Un libro muy breve que se divide en dos partes. La primera parte relacionada con la charla TED que ofreció Chimamanda Ngozi Adichie, es una transcripción completa de la conferencia, El peligro de la historia única, y que este libro no aporta nada más que dicho texto.
Fuente: DIVEM accem
La segunda, la más interesante y la parte que aporta valor a la publicación, es el epílogo que realiza la filósofa Marina Garcés, Las historias de una idea, y que establece un diálogo con la conferencia de Chimamanda y que tiene su eje central en la historia única que ha sobrevivido a lo largo de la historia y cómo sigue estando presente en la actualidad.
La primera idea que toma Marina es la generalización de los valores que ha transmitido la globalización, imponiendo una visión occidental y con una manera de ser que marca el comportamiento del ser humano dentro de la sociedad en la que vive.
«La globalización, que no solo han impuesto unas determinadas maneras de producir y de consumir, sino también de sentirnos libres, capaces de pensar y de ser».
Fuente: La Vanguardia
Después, la importancia en el discurso de tener en cuenta aquellas voces que son silenciadas por la historia principal, aquella que reúne los requisitos que marca la visión limitada y única a lo largo del tiempo. Dentro de esas voces nos encontramos la voz de la mujer, de sobra conocido como ha sido marcada por la supuesta ignorancia y por su falta de valor en el ámbito social. También nos encontramos con otros entornos pequeños, tanto sociales, como grupales e individuales, que están alejados de la presencia cotidiana y de una fuerza que les permita salir de su límite particular; todas aquellas voces que se han quedado fuera y que no tienen ni derecho ni espacio para ser escuchadas.
Marina Garcés nos recuerda la importancia de las narraciones y de las historias que nos llegan a través de la ficción, cómo nos permiten ocupar el lugar de esos narradores o personajes y ampliar nuestro punto de vista, ya sea por las condiciones que están viviendo en las narraciones como por el desconocimiento que pueda tener el lector de esos ambientes; nos permite ampliar nuestra empatía hacia el ser humano y sus circunstancias.
«A ponernos en el lugar de otros, incluso de seres imaginarios, es precisamente lo que no enseñan las historias, las que escuchamos y las que contamos».
En ambos textos nos encontramos tanto la labor positiva de la ficción para poner en común aquello que nos define como personas como, a la vez, esa misma fuerza puede ser utilizada de manera negativa y transmitir un discurso interesado y pesimista sobre la consideración del ser humano.
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