SINOPSIS:
En las dos últimas décadas Litoral, fiel al espíritu de sus orígenes, ha potenciado el armónico equilibrio entre el texto y la imagen. Su seña de identidad más genuina ha sido el maridaje de la letra con el color. Así, si su querencia literaria ha derivado hacia la poesía; su querencia artística lo ha hecho hacia la pintura. En esa fértil simbiosis, es cierto que la fotografía ha formado parte de su corpus plástico pero nunca ha estado en primer plano. Había, pues, una deuda pendiente con ella por muchas razones, pero por una sobre todas: los ecos que comparte con la poesía, las fronteras difusas entre ambos lenguajes: la creatividad de la metáfora, la síntesis expresiva, la elipsis, la concisión, la importancia del silencio, la búsqueda del yo en otro —y en otros—, tan característica de los poetas modernos.
De ahí que los coordinadores de este número, Antonio Lafarque y José Antonio Mesa Toré, hayan recurrido a la etimología para elegir el título más cabal: Escribir la luz. El lector y el amante de la fotografía hallarán en estas páginas precisamente eso: textos e imágenes, o imágenes y textos, pero esta vez en un diálogo íntimo, intenso, imposible de desenlazar o dividir. La valiosa aportación de especialistas en la materia, de fotógrafos que también escriben con la pluma o de escritores cuyo violín de Ingres pudiera ser la fotografía, tales como Publio López Mondéjar, Rosa Olivares, Laura Terré, Felipe Vega, José Manuel Navia, Pablo Juliá, Carlos Canal, Julio Neira, Antonio Jiménez Millán, Josep M. Rodríguez o Juan Bonilla, nos asoma a la historia de la fotografía; a su relación con la pintura, la literatura y el cine; a su legimitidad o no como arte; a su parecido con la poesía; a su supervivencia en los mercados; a su futuro y a muchos otros matices y perspectivas. No faltan, por supuesto, las opiniones de grandes artistas, intelectuales o fotógrafos (Picasso, Dalí, Joan Brossa, Roland Barthes, Walter Benjamin, Henri Cartier-Bresson, Susan Sontag y un largo etcétera) sobre qué cosa es hacer una foto. Ni el estudio detallado de lo que supuso la fotografía para los surrealistas o para las generaciones literarias del 98 y del 27 en España. Ni de con cuánta emoción los poetas españoles e hispanoamericanos (de Unamuno, Machado y Juan Ramón hasta hoy mismo) se han aproximado a la magia de la luz atrapada en el papel, al tiempo amarillo. Y, claro está, hay una impresionante galería de retratos, autorretratos, desnudos, besos, sombras, paisajes y tantos otros temas de los mejores fotógrafos de la historia, con una mirada especial al recorrido de la fotografía en nuestro país.
Con Escribir la luz la revista ha querido recalcar que foto y poema son creaciones muy sensibles a la realidad y a los sueños; hechas ambas, más que cualquier otra, a base de mirar el tiempo por dentro.
En las dos últimas décadas Litoral, fiel al espíritu de sus orígenes, ha potenciado el armónico equilibrio entre el texto y la imagen. Su seña de identidad más genuina ha sido el maridaje de la letra con el color. Así, si su querencia literaria ha derivado hacia la poesía; su querencia artística lo ha hecho hacia la pintura. En esa fértil simbiosis, es cierto que la fotografía ha formado parte de su corpus plástico pero nunca ha estado en primer plano. Había, pues, una deuda pendiente con ella por muchas razones, pero por una sobre todas: los ecos que comparte con la poesía, las fronteras difusas entre ambos lenguajes: la creatividad de la metáfora, la síntesis expresiva, la elipsis, la concisión, la importancia del silencio, la búsqueda del yo en otro —y en otros—, tan característica de los poetas modernos.
De ahí que los coordinadores de este número, Antonio Lafarque y José Antonio Mesa Toré, hayan recurrido a la etimología para elegir el título más cabal: Escribir la luz. El lector y el amante de la fotografía hallarán en estas páginas precisamente eso: textos e imágenes, o imágenes y textos, pero esta vez en un diálogo íntimo, intenso, imposible de desenlazar o dividir. La valiosa aportación de especialistas en la materia, de fotógrafos que también escriben con la pluma o de escritores cuyo violín de Ingres pudiera ser la fotografía, tales como Publio López Mondéjar, Rosa Olivares, Laura Terré, Felipe Vega, José Manuel Navia, Pablo Juliá, Carlos Canal, Julio Neira, Antonio Jiménez Millán, Josep M. Rodríguez o Juan Bonilla, nos asoma a la historia de la fotografía; a su relación con la pintura, la literatura y el cine; a su legimitidad o no como arte; a su parecido con la poesía; a su supervivencia en los mercados; a su futuro y a muchos otros matices y perspectivas. No faltan, por supuesto, las opiniones de grandes artistas, intelectuales o fotógrafos (Picasso, Dalí, Joan Brossa, Roland Barthes, Walter Benjamin, Henri Cartier-Bresson, Susan Sontag y un largo etcétera) sobre qué cosa es hacer una foto. Ni el estudio detallado de lo que supuso la fotografía para los surrealistas o para las generaciones literarias del 98 y del 27 en España. Ni de con cuánta emoción los poetas españoles e hispanoamericanos (de Unamuno, Machado y Juan Ramón hasta hoy mismo) se han aproximado a la magia de la luz atrapada en el papel, al tiempo amarillo. Y, claro está, hay una impresionante galería de retratos, autorretratos, desnudos, besos, sombras, paisajes y tantos otros temas de los mejores fotógrafos de la historia, con una mirada especial al recorrido de la fotografía en nuestro país.
Con Escribir la luz la revista ha querido recalcar que foto y poema son creaciones muy sensibles a la realidad y a los sueños; hechas ambas, más que cualquier otra, a base de mirar el tiempo por dentro.
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