SINOPSIS:
Los poemas de Nabokov son el reflejo de su vida. Nos transmiten sus recuerdos, sus desengaños, sus desprecios y sus amores. En casi todos sus versos, el poeta va distribuyendo afectos y emociones, hasta que todo ello deja de ser suyo y pasa a ser propiedad del lector. Lo más significativo de su poesía es que, en cada uno de sus poemas, Nabokov ha dejado un jirón de su "rodina" (país natal); a veces es la imagen de un roblecillo, el color de la tierra bajo los arces, el susurro del viento en los bosques de abedules. Como él mismo reconoce "debido a la extremada lejanía de Rusia, la nostalgia ha sido una constante y loca compañera a lo largo de mi vida". Vivió siempre con la esperanza de que se produjera el encuentro entre su poesía y su país. La lírica de Nabokov, con su aspecto aparentemente arcaico y pasado de moda, surge sonora y sosegadamente y se va transformando en algo delicado sorprendente y complejo. Para todos los que hemos conocido Rusia y hemos vivido en ella el paso de las estaciones, nada de lo que escribe Vladimir Nabokov puede ser extraño.
Por Macarena Carvajal
Vladimir Nabokov escribió poesía en lengua rusa desde su adolescencia hasta casi el final de sus días. Su primera colección de versos data de 1916, cuando el autor era todavía estudiante del Instituto Tenishev en San Petersburgo. Nabokov recuerda aquellos poemas con las siguientes palabras: "Mi primer librito de versos fue excepcionalmente malo, tuvo el mérito de ser instantáneamente destrozado por los críticos que repararon en él". Otra colección de poemas se publicó en 1918 pero pasó inadvertida. En la emigración publicó poesías en periódicos y revistas, a menudo bajo el seudónimo de V. Sirin, pero la crítica de la época lo acusó de pasado de moda, clásico e incluso banal. Su obra poética ha quedado recogida en algunas colecciones de poemas publicados en Berlín (RACIMO y CAMINO DE MONTAÑA en 1923, LA VUELTA DE CHORBA en 1930), en París (POESÍAS 1929-1951), o en EE.UU. (POEMAS Y PROBLEMAS 1970). Es cierto que su poesía se ha visto ensombrecida por la grandiosidad de su prosa, e incluso se ha mantenido oculta tras la brillantez de los grandes escritores líricos rusos del siglo XX: Jodasévich, Esenin, Axmátova, Tsvietaieva, Bunin o Maiakovski. Sin embargo, los poemas de Nabokov han superado la prueba del tiempo y se nos presentan en la actualidad vivos, llenos de fuerza y de atractivo.
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