Nadie puede pretender que los cuentos sólo deban escribirse luego de conocer sus leyes. En primer lugar, no hay tales leyes.
Un cuento es malo cuando se escribe sin esa tensión que debe manifestarse desde las primeras palabras o las primeras escenas. Y así podemos alcanzar adelantar ya que las nociones de significación, de intensidad y de tensión han de permitirnos acercarnos mejor a la estructura misma del cuento.
El elemento significativo del cuento parecería residir principalmente en su tema, en el hecho de escoger un acaecimiento real o fingido que posea esa misteriosa propiedad de irradiar algo más allá de sí mismo, al punto que un vulgar episodio doméstico se convierta en el resumen implacable de una cierta condición humana.
A veces el cuentista escoge, y otras veces siente como si el tema se le impusiera irresistiblemente, lo empujara a escribirlo.
¿Por qué perduran en la memoria los buenos cuentos? Porque son aglutinantes de una realidad infinitamente más vasta que la de su mera anécdota.
Lo que llamo intensidad en un cuento consiste en la eliminación de todas las ideas o situaciones intermedias, de todos los rellenos o fases de transición que la novela permite e incluso exige.
De la conferencia “Algunos aspectos del cuento” publicada originariamente en la revista Casa de las Américas. La Habana, junio de 1970.
Un cuento es malo cuando se escribe sin esa tensión que debe manifestarse desde las primeras palabras o las primeras escenas. Y así podemos alcanzar adelantar ya que las nociones de significación, de intensidad y de tensión han de permitirnos acercarnos mejor a la estructura misma del cuento.
El elemento significativo del cuento parecería residir principalmente en su tema, en el hecho de escoger un acaecimiento real o fingido que posea esa misteriosa propiedad de irradiar algo más allá de sí mismo, al punto que un vulgar episodio doméstico se convierta en el resumen implacable de una cierta condición humana.
A veces el cuentista escoge, y otras veces siente como si el tema se le impusiera irresistiblemente, lo empujara a escribirlo.
¿Por qué perduran en la memoria los buenos cuentos? Porque son aglutinantes de una realidad infinitamente más vasta que la de su mera anécdota.
Lo que llamo intensidad en un cuento consiste en la eliminación de todas las ideas o situaciones intermedias, de todos los rellenos o fases de transición que la novela permite e incluso exige.
De la conferencia “Algunos aspectos del cuento” publicada originariamente en la revista Casa de las Américas. La Habana, junio de 1970.
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