Cuando terminé de leer “El astillero” de Juan Carlos Onetti, una gran duda me vino a la mente: ¿Cuántos astilleros nos creamos nosotros mismos? Todos participamos de cierta forma en la recreación de excusas, explicaciones, justificaciones, cualquier sinónimo sirve para usarlo en este apartado, para crearnos un mundo sin salida, sin posibilidad de cambio, sin que otro futuro distinto sea posible. Estoy harto de ver como las personas justificamos nuestra mediocridad en excusas vanas: la familia, el trabajo, la casa, el perro, etc. Nunca nos cansamos de explicar todas esas causas que no nos permiten hacer lo que realmente queremos, pero nunca somos capaces de enfrentarnos con nuestros deseos y la posibilidad de llevarlos a cabo. ¿Existirá algún momento donde nos encontremos con la verdadera realidad y no la que nosotros mismos nos inventamos? En el libro de Onetti podemos observar personajes que buscan cualquier motivo para no cambiar sus vidas. No importa que el mundo que les rodea sea i